martes, 30 de junio de 2009

Despedidas...


Ya se van y yo no tengo nada que decir. Quizá que tengo veinte lágrimas guardadas porque ya era mucho el moco derramado, pero sería muy pretencioso.

Dicen que están felices donde están. No lo dudo. Si pudiera yo también hubiera elegido a unos padres italianos con baro y un perro llamado Artu. Ya no se pudo. Crecí con un padre medianamente guapo, muy inteligente y alcohólico; una madre poco cariñosa con deseos de suicidarse con rosquillas de chocolate. Que le va a hacer uno. Así es la vida, ¿no?. ¿Que cuanto tiempo queda? Un par de meses, pero no los veremos. Solamente habrá una despedida muy mona, con invitados que tengan cara de estreñidos por aquello de aguantarse la chilladera. Así es esto de los enganches emocionales, ¿que no?. Así duelen las despedidas. Al carajo con los duelos, yo no tengo nada que decir.

jueves, 25 de junio de 2009





Remembrar lo desmembrado...

martes, 23 de junio de 2009

Extraño esperarte en chapultepec, afuera de la librería. Llegar y sentir ese aroma tuyo, tan mío ahora. Besarnos con los labios entreabiertos y soñar despiertos.
Recuerdo las sábanas que escribiste para mi, para que nunca más tuviera terrores nocturnos.
Hace 2 años que no dormíamos tan juntos, tan abrazados, tan en el pasado, como cuando a escondidas en tu casa lo hacíamos, cuando despertábamos suspirando palabras de amor. ¿Recuerdas las canciones? Tantas que susurramos mientras bailábamos en las noches.
Ahora con los cambios y las mudanzas no sé donde están las sábanas o las cartas o los textos.
Sé que cada mañana pienso en una frase para ti, para él, para la vida y que me la callo, "no quiero que esto acabe" me digo cien veces.
Extraño beber junto a ti hasta perderme, pero me gusta mas saberte sobria, pensante, como la mujer de tu vida y tú como el hombre de todas las mías. Extraño tu nombre escrito en las líneas de mi mano: Oscar.

miércoles, 17 de junio de 2009

Contractura en uno de los cuellos. El primero que me sirve para sostener una cabeza que a veces no es mía; el otro para recordarme que soy parte de algo todavía, de un cuerpo. No distingo bien cual es el que duele. Bebo más agua. No tengo una taza limpia para preparar café, todas tienen hongos al fondo y últimamente el sabor ha sido mas fuerte. La mente engaña, duele, llora, pide líquidos para sentirse viva. Mi mente está nublada, recuerda gritos, lloriqueos, la imagen de Daniel corriéndome encima, llamándome mamá y yo cada vez mas lejos de la cordura. No sé que me mantiene en pie, que me lleva a hablar con la gente, sonreírle con una mueca sardónica, decir algunas palabras subrayadas, como sacadas de algún salmo o una revista de mujeres.
Daniel ha venido a salvarme pero no quiero crucificarlo, mas bien me gustaría poder ser capaz de cuidarle, de bañarlo o cantarle una canción, de recordar juntos el día. Pero mi mente se va esparciendo y solo me quedan los destellos y la maldita contractura de uno de mis cuellos, no quiero escuchar nada, no quiero comer o beber. Luego me encuentro llorando. Creo que el trastorno ha vuelto y no recuerdo la sustancia que me hace falta. La imagen de Daniel como salvador de su madre hecha una madeja de tripas, hecha una mierda.

viernes, 12 de junio de 2009



Mary ha sido testigo de 2 muertes violentas. La de su hermana y la de su hija menor. Dice que el día que le mataron a Lucecita, ella le había comprado su primer muñeca: "siempre jugaba con cartones o clavitos, nunca había tenido una muñeca". No supe que decirle. El estómago se me lleno de lágrimas. Sentí naúseas y le pedí salir un momento "porque iba por agua". No pude hablar más, escucharla mejor dicho. Estuve con fiebre gran parte de la noche. Me dormí y por la mañana abracé muy fuerte a Daniel; le susurré algo y después lo vi dormir.