martes, 30 de junio de 2009

Despedidas...


Ya se van y yo no tengo nada que decir. Quizá que tengo veinte lágrimas guardadas porque ya era mucho el moco derramado, pero sería muy pretencioso.

Dicen que están felices donde están. No lo dudo. Si pudiera yo también hubiera elegido a unos padres italianos con baro y un perro llamado Artu. Ya no se pudo. Crecí con un padre medianamente guapo, muy inteligente y alcohólico; una madre poco cariñosa con deseos de suicidarse con rosquillas de chocolate. Que le va a hacer uno. Así es la vida, ¿no?. ¿Que cuanto tiempo queda? Un par de meses, pero no los veremos. Solamente habrá una despedida muy mona, con invitados que tengan cara de estreñidos por aquello de aguantarse la chilladera. Así es esto de los enganches emocionales, ¿que no?. Así duelen las despedidas. Al carajo con los duelos, yo no tengo nada que decir.

1 comentario:

  1. Yo tampoco tengo qué decir, tal vez si tengo, pero prefiero omitirlas, porque de seguro ya te las sabes de memoria, de seguro tú misma ya te las has tallado mil veces a los ojos, la verdad es que no sé cómo decirlo, diferente, tú eres de palabras, pero esta vez, no sé cómo decirlas, muy hondamente, también, lo sabes cómo, y por eso honestamente, esta vez no quisiera estar en tus zapatos ni en los de toda tu familia, te amo muchísimo, y quisiera tener un pañuelo mágico que te quite los dolores, pero no lo tengo tampoco, así que sólo, sabes que te puedes sujetar aquí, de donde quieras, zaz.

    Sin más porque me siento estúpida, acumúlales un abrazo de mi parte. Te amo carnalita.

    ResponderEliminar